Tu casa.
Tu gente.
Tus playas.
Tus paseos de invierno con la peluda.
Tu tiempo.
Tus postres.
Tus ratos de horno en invierno.
Tu peluche tumbado al calor del horno.
Tus mañanas interminables modelando y creando con tus manos.
Tus tardes de masas y pruebas.
Tus noches editando vídeos.
Tus nervios al enseñar una nueva publicación.
Tus clases.
Tus alumnos.
Tus esfuerzos.
Tus recompensas.
De repente. PUM.
La vida te cambia en un abrir y cerrar de ojos y, lo que antes era cotidiano, ahora se vuelve inusual.
Lo que antes era normal, ahora es extraordinario.
"No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes"
Imagínate si encima sí lo sabes.
Felicidad ante todo pero tristeza de no poder compartir con vosotros cada momento, cada postre, cada tarta, cada receta.
Lo que daría por tener más huequecitos en los que poder contaros.
Meteros ganas.
Mancharos de chocolate.
Cuánto echo de menos mis ratitos de delantal.
Y, aunque de vez en cuando puedo darme el lujo de canturrear manchada de harina hasta las cejas (literalmente), pocas son las veces que puedo sentarme a contároslo.
Pero muchas, las que me acuerdo de todos y cada uno de vosotros.
De vuestros comentarios, palabras bonitas. De vuestro cariño.
Solo puedo dar las
GRACIAS. Así, en mayúsculas y negrita, por todos aquellos que seguís ahí a pesar de la distancia y el distanciamiento. Que, aunque lo parezcan, no son lo mismo.
A todos los que a día de hoy, seguís confiando en mi para poner sobre vuestras mesas alguno de mis postres.
Y
SIENTO, también en mayúsculas y negrita, todas las veces que, con dolor de corazón, he tenido y tengo que deciros que no.
No me creeréis pero, probablemente, el "no", me duela más a mi que a vosotros.
Todos los cambios conllevan un período de adaptación y aunque el mío está llevando su tiempo, confío en que pronto termine y, los ratos de canturrear con un bol entre las manos, sean más que menos.
Y, si me lo permitís, procedo a mancharos un poquito de chocolate. Y sin remordimientos.
Que por algo os echo tanto de menos!